sábado, 28 de enero de 2012

En aquel parque.


Aquella vez miré como su espalda se alejaba lentamente por el estrecho camino de aquel parque, no sabía exactamente que es lo que sucedería después de esa tarde, me era bastante fácil suponer que no volveríamos a encontrarnos en bastante tiempo, pero como siempre en mi había una perseverancia en creer que tal vez pronto la volvería a ver. Al instante pensé que solo era mi deseo el que estaba hablando con esa voz perseverante.
Transcurrieron así unos cuantos días, diría yo que un mes y una semana... tanto fue el tiempo en que estuvimos distantes que comencé a despreocuparme por lo que sentía. Un poco desesperado salí a caminar a ese parque en el que una vez estuvimos reunidos hablando durante una tarde y observando el lindo cielo que a esas horas suele mostrarse. 
Me senté en una banca de esas que sobraban en este parque, elegí la que estaba frente a un hermoso y grande árbol, recuerdo que ese árbol lucía hermoso aquella tarde y parecía ser como si existiera la posibilidad de hablar con él y con la naturaleza. No tardé mucho en ponerme a pensar, recordé como había sido nuestra amistad, algo rara pero siempre con esa línea que sostenía el balance con lo bonito. Siempre fuimos amigos y tal vez así sería por mucho tiempo, pero no por eso dejaba de sentir cariño hacía ella. Recordé también cómo es que  era ella, era bonita, sus ojos de verdad se veían lindos cuando mostraban ese único brillo, pero había algo demasiado bonito en ella. Su forma de ser era encantadora, era sensible y aún así parecía siempre ser segura de si misma, solía verse alegre, aunque algunas veces llegué a saber que estaba triste. Simplemente es inefable la belleza que encuentro en ella, ese ser que trata de seguir con su vida, sintiendo lo que necesita sentir algunas veces, luchando por estar bien, esforzándose continuamente, conviviendo en una dulce armonía con los demás, mostrándose perfecto sin darse cuenta. Sentí por un instante tristeza y coraje de saber que muchas personas no se darían cuenta de ello, me pregunté por qué era ésto posible, y entonces miré un poco hacía mi, realmente yo no me creía perfecto, pero en aquel momento sentado frente a ese árbol, frente a esa naturaleza tan hermosa, nada importaba más que sentirme bien, descubrí entones que nos es difícil notar en las personas esa perfección, pero está en nosotros la respuesta.
Miré hacía el mismo estrecho camino y la vi apareciéndose, en ese momento no me sorprendió que apareciera, pues sentía que la naturaleza y el mundo era tan perfecto como para crear algo así... 
...y decidí apreciar esa perfección y esa creación, simplemente continúe siendo lo que soy con una gran persona, porque ahí estaba, en el aire, rodeándonos esa respuesta: "Sentirnos bien para ver el mundo perfecto".

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